lunes, 2 de septiembre de 2013


Memoria de mujeres

 
De la libertad que se ata proviene toda fecundidad
Adrienne von Speyr
 
Las mujeres han sido marginadas de todos los cánones que constituyen nuestra cultura: en el nivel artístico, literario, científico y por supuesto religioso, eclesial y espiritual. Y es tarea nuestra -de las mujeres- recuperar esa memoria que las ha negado y que ha pretendido ocultarlas en el silencio. En esta tarea se inscribe el presente texto, que quiere dar a conocer a tres grandes mujeres que en el siglo XX aportaron con su vida, su praxis y su escritura y pensamiento al desarrollo de una tradición espiritual femenina, tradición subterránea e ignorada en la que es imprescindible e imperante bucear.

Son tres mujeres que desde distintos países de Europa y en situaciones diferentes dijeron su palabra, aportando una mirada de género a los grandes problemas del pensamiento en este siglo y aportando con su vida y su praxis a la construcción de otro mundo posible, un mundo más humano y más amable. Situaciones distintas, construcciones distintas: De fondo una clara conciencia de la necesidad del aporte de las mujeres al entorno, a la iglesia y al mundo.

La primera en la que nos detendremos: Dorothy Sayers, es una escritora católica inglesa. Conocida como autora de novelas policiacas, hizo parte de un grupo de intelectuales católicos que durante la primera mitad del siglo XX participaron activamente en debates teológicos y eclesiales,  intentando lograr una renovación profunda de la iglesia y proponiendo una reconciliación de la teología con el mundo y el hombre modernos. Este grupo fue una de las fuerzas que activaron el Concilio Vaticano II.

Su propuesta se orientó muchas veces a luchar contra la hipocresía religiosa y a conseguir compromisos sociales en los sectores eclesiales, sacándolos de sus conventillos y sacristías. Recojo sus palabras en su intervención ante el Consejo de Moral Pública, en Caxton Hall, en 1941:
… para la mayoría de la gente, la palabra inmoralidad ha pasado a significar una cosa y solo una… Un hombre puede ser codicioso y egoísta; despiadado, cruel, envidioso e injusto; brutal y violento, avaro, falto de escrúpulos y mentiroso, obstinado y arrogante; estúpido, huraño y carente de cualquier  instinto noble… y aún así  somos capaces de decir de él que no es inmoral. Recuerdo que en cierta ocasión un joven me dijo con toda sinceridad: No sabía que hubiera siete pecados capitales; dígame por favor cuáles son los otros seis.

Nuestra escritora se desesperaba con la obsesión que los hombres de iglesia tenían por el sexo. Demandaba por parte de la iglesia una mirada amplia a la sociedad y a las prácticas sociales.

Sayers en su obra La mente del creador,  realiza un acercamiento novedoso al tema del misterio de la Trinidad, logrando un aporte significativo a la reactualización de esta temática. Define las personas trinitarias como La Idea, la Energía y El Poder. Su libro fue recibido con entusiasmo y el Cathilic Herald afirmó: La doctrina de la Trinidad se desarrolla de un modo maravilloso y cobra súbitamente un interés extraordinario. Se consideró una obra estimulante y diferente.

Sería interminable detenernos en detalle en la obra de esta pensadora, sólo afirmar que esta mujer inglesa abrió para las mujeres una senda de participación activa en el debate teológico-político, cuestionando a fondo la cerrazón de la iglesia sobre sí misma y clamando por una apertura que conllevara un compromiso social más cierto y eficaz.*


Otra mujer cuyos aportes y trayectoria es necesario conocer en María Skobtsov, prácticamente ignorada  entre nosotras, a pesar de su inmensa personalidad y labor. Con ella nos encontramos frente a un caso bastante diferente a lo que la tradición nos tiene acostumbrados. Poeta rusa, perteneciente a la tradición eclesial ortodoxa que reconoce su santificación en el año 2004. Nace en una familia noble de Crimea en 1891, su nombre es: Elisabeth Pilenko, hija de Yuri Pilenko y de Sofía Borisovna. Posteriormente será asesinada en una cámara de gas, en 1945, en el campo de concentración de Ravensbrück. Participó activamente en la vida literaria de San Petersburgo, incursionó en la política llegando a ser alcaldesa de su ciudad natal, Anapa, sobre el Mar Negro, y unos años después tiene que exiliarse a causa de acusaciones y persecuciones del gobierno soviético.

Su vida está llena de avatares y cambios insospechados, no usuales en las mujeres que luego son proclamadas como santas. Se casa muy joven a los 18 años divorciándose casi enseguida. Tiene su primera hija de una relación oscura y secreta, aún no se ha podido establecer con quien, al tenerla antes de su divorcio, esta hija es asumida por su primer marido. Posteriormente se casa de nuevo y con su esposo tendrá otros dos hijos y partirá al exilio para radicarse en París. Ante la muerte de su hija menor sufre una radical transformación, se separa de su marido de común acuerdo y con el reconocimiento eclesiástico y va a vivir a un monasterio bajo en nombre de Madre María. Ella se refiere así a su experiencia:
A la cabecera de Nastia, sentí que mi alma había errado durante toda mi vida por senderos tortuosos. Desde entonces aspiro a un verdadero camino, rector y despejado, no porque crea en la vida, sino para justificar, entender y aceptar la muerte.

No es exactamente una teóloga, tampoco una filósofa, aunque tiene de ambas  realidades y muchas veces se la considera parte de los filósofos religiosos rusos. Sus escritos y su testimonio hay que ubicarlos a caballo entre la mística y la profecía.  Lo más significativo fue que en medio de los tiempos revueltos que vivía Europa, ella en plena ciudad de París, vivió autónomamente su vocación monacal en el medio urbano y como un servicio a los más necesitados. Sobre su forma de vida monástica, nos dice:
El día del juicio final no se me preguntará sobre mis prácticas ascéticas ni sobre el número de letanías ante el altar divino. Me preguntarán si he dado de comer a los que tienen hambre, vestido a los desnudos, visitado a los prisioneros. A esto tendré que responder.

Sin embargo, eso no la aleja o disculpa de una búsqueda mística permanente.  Lo expresa en lo que desea como rumbo para la comunidad cristiana:
Un cristianismo social auténtico no solo debe tener forma cristiana. Ha de ser efectivamente cristiano. Para ello necesita otra dimensión, un fundamento místico capaz de arrancarle de la espiritualidad plena y del moralismo de dos dimensiones y llevarle a las profundidades de una espiritualidad multidimensional. Me parece que esto es justamente lo que la Ortodoxia, que todavía no se ha expresado del todo sobre el tema, podría y debería decir para hacer más profundas las tentativas católicas y protestantes de apertura del cristianismo al mundo.

La madre María hace de su prójimo el norte de su vida y desde su perspectiva teológica el otro y la otra necesitados, son el mayor y más auténtico sacramento de la Divinidad. Sacramento que llena con su presencia nuestra vida y no permite el “descanso”. Por ello Skobtsov exige de la iglesia exiliada y de la iglesia europea un compromiso serio en la defensa universal de todas formas de vida.

Su lucha permanente por el hermano, su acercamiento valiente y decidido a las víctimas del nazismo la condujo al martirio. Su muerte permanece bastante en la oscuridad, no está claro si su entrada en la cámara de gas se debió a su voluntaria sustitución de alguna otra mujer o si fue conducida hasta allá por equivocación, en todo caso su muerte se produce, como decíamos, en Ravensbrück en 1945. Deja tras de sí una estela de amor entre sus seguidores y seguidoras que piden a la iglesia rusa su canonización, lograda en el 2004 como dije antes.**


Finalmente me voy a detener en otra mujer extraordinaria y de igual manera bastante desconocida: Adrienne Von Speyr, suiza, compañera de luchas, fatigas, pensamiento y misión de Hans Urs Von Balthazar. Adrienne nace en, La Chaux de Fonds, Suiza. Su padre es oftalmólogo y los familiares de su madre relojeros de alto reconocimiento. A lo largo de toda su vida tiene una muy mala relación con su madre y desarrolla una cercanía mayor y especial con su abuela y su padre. Nace en 1905 y muere en 1978. Desde niña en la escuela primaria muestra una sensibilidad especial por los pobres y los auxilia. Pierde muy pronto a su padre y el apoyo que en él tenía, a raíz de esta pérdida sale de su casa y empieza a ganarse la vida.

Estudia medicina a pesar de la desaprobación de su progenitora. Pasa largas hora recluida en su cama a causa de quebrantos de salud que siempre la persiguieron: fuertes dolores en la espalda que la obligaban a permanecer inmóvil durante varios días, colapso de sus dos pulmones a causa de una tuberculosis en su juventud. Desde muy niña tiene experiencias religiosas fuertes y se acerca en su adolescencia al catolicismo por sentirse así más cerca de Jesús, su origen familiar era protestante.

Se gradúa como médica y se casa dos veces, al quedar viuda la primera vez. Posteriormente logra ser presentada a Von Balthasar, jesuita a quien plantea su necesidad-deseo de convertirse.  A partir de ese momento ellos inician un camino espiritual y socio-religioso que no terminará sino con la muerte de Adrienne. Esta amistad y cercanía le costó a Von Balthasar su salida de la compañía de Jesús, ya que los jesuitas no la aceptaron.

A lo largo de toda su vida, trabajó incansablemente en favor de los más desposeídos, especialmente a través de la práctica de la medicina. Escribió más de 60 libros de carácter teológico, bíblico y espiritual, sus propuestas alrededor del tema de la Trinidad, constituyen un aporte original a la evolución de esta doctrina. Sus reflexiones alrededor de la relación: muerte / vida, luz / tinieblas… parte de su comentario detallado al Evangelio de Juan, son de una contemporaneidad asombrosa. Igualmente su acercamiento a la figura de María es una muestra fehaciente de sensibilidad femenina y lucidez teológica.

Podemos terminar esta triple presentación con sus palabras:
Principio es la forma de la vida cristiana. Ser cristiano es una promesa eterna, que como tal jamás es cumplida, es un tender, buscar, urgir, luchar, golpear y anhelar, algo que continuamente se abre sin estar jamás abierto, algo que se está abriendo eternamente, que eternamente quiere salir de ese punto medio que no le es más soportable.***

 
Notas:
Las citas y referencias están tomadas de:
* Joseph Pearce:
ESCRITORES CONVERSOS, la inspiración espiritual en una época de incredulidad.
Ediciones Palabra, Madrid, 2009

** Emilia Bea Pérez, MARÍA SKOBTSOV, Madre espiritual y víctima del holocausto. Narcea de Ediciones 2007
Madre María Skobtsov: EL SACRAMENTO DEL HERMANO
Ediciones Sígueme, Salamanca 2004

*** Adrienne Von Speyr, OBRAS COMPLETAS
Fundación San Juan, Madrid.

 
 
Carmiña Navia Velasco
Septiembre 2013